¿Y si dejamos de percibir los síntomas y las tensiones como algo contra lo que hay que luchar? ¿Y si la verdadera y única enfermedad consiste sólo en la pérdida del vínculo con nuestra dimensión universal? ¿Y si resulta que el dolor y los desequilibrios de toda clase son, en realidad, marcadores de la unidad perdida? Aprendiendo a escucharnos, tomándonos en serio el lenguaje de nuestros cuerpos, podremos, no sólo sanar nuestro cuerpo, sino también nuestra vida.
Creando contacto… Ese es el proceso que ofrezco a quienes acuden a mi consulta. Mientras estemos rígidos y nos resistamos a sentir nuestras tensiones y a percibir su conexión con los sentimientos suprimidos, será muy difícil disfrutar de la vida, pues para hacerlo debemos aflojarnos. Así, a través del uso de diversas técnicas, acompaño a la persona en su descubrimiento de qué actitud está teniendo hacia su propio cuerpo y hacia su propia vida. Transitamos juntos la incomodidad, la rigidez y el dolor en el intento de vivir los síntomas como reacciones naturales y espontáneas a nuestra forma de ser. A través del trabajo corporal, la persona tiene la opción de dejar de luchar contra sus síntomas y empezar a considerarlos sus maestros interiores, pues le están ayudando a descubrirse, a reorientarse, a transformarse. Así, prestando atención al lenguaje de su cuerpo, puede acceder a la expresión autentica de su verdadero yo y a la fuerza de su vitalidad.